América Unida | Febrero 2021

Ya quedó atrás el primer mes y medio del año. Como dicen en la tierra paterna, prácticamente ya casi se acaba el 2021.

Pero lo que no se acaba es el COVID y la tensión política en Estados Unidos.

Las milicias civiles como los III%, los Proud Boys o la Michigan Militia cada vez adquieren más adeptos. Hoy se habla de patriotismo. Y ese patriotismo tiene un tinte de nostalgia por un pasado mejor y añoranza por unos sueños puros aún sin alcanzar de los que aparentemente nos desviaron sin consentimiento.

¿Quiénes? Según los patriotas, las élites políticas corruptas.

Y es que anda un rumor siniestro de boca en boca, o mejor dicho de muro en muro por las redes sociales.

Este rumor se conoce mejor como QAnon. Y su movimiento ha sido telúrico para las mentes de miles de personas que toman como real todo lo afirmado por el movimiento.

Pero, ¿qué idea promueven? En una frase sería algo así: Existe una camarilla satánica de pedófilos que controla los asuntos del mundo.

¡¿Cómo?!

Así como lo oye.

Y dicen que entre ellos están Biden, los Clinton, Obama y Oprah Winfrey. Además, dicen que los miembros de esta camarilla beben la sangre de bebés para obtener un preciado elíxir de inmortalidad y eterna juventud llamado Adrenochrome.

Eso es lo que creía gran parte de la masa el día de la toma del capitolio. Diga usted, ¿quién no va a estar indignado con la subida al poder de un pedófilo chupasangre de bebés?

Por si fuera poco, el QAnon transforma a Donald Trump en una profecía de fuerza redentora, lo convierte en el héroe que desmantelará la gran camarilla satánica bebe-sangre, lo convierte en el salvador que restaurará el puritanismo, la candidez y la grandeza de la nación y re-encausará el orden mundial.

Es por eso que los trumpistas lo defienden a plomo y chaleco antibalas, dispuestos a dar la vida por su líder. Por su presidente.

Pero hay otra facción más importante del trumpismo que hay que resaltar. Se trata de la América olvidada y mangoneada por las políticas económicas de la globalización, aquella América que se desindustrializó para ahorrar cuanto fuera posible en los costos de producción con el norte inmutable de incrementar las ganancias.

Y en la medida que las compañías aumentaban su rentabilidad y capacidad productiva con factorías desregularizadas en la China, la India y Latinoamérica, la clase media trabajadora norteamericana se iba quedando sin empleo y sin desarrollo de la industria nacional.

Fue a esta masa, al corazón de este pueblo al que Trump supo llegar. Por eso declaró “America first,” y por eso surgió ese ímpetu patriótico que se asemeja peligrosamente al nacionalismo alemán de hace 90 años.

El problema es que esta masa ha estado viviendo estóicamente en la pobreza, padeciendo el hambre, las dificultades económicas y las faltas de oportunidades en silencio, similar a las castas incuestionables de la India, donde los shudrás aceptan su esclavitud y servilismo con fervor dogmático mientras los parias hurgan en la basura por el sustento e imploran piedad para hacerse a una moneda.

Y es que ya en 1964, el presidente Lyndon B. Johnson, horrorizado por la pobreza extrema de los Apalaches, le declaró la Guerra a la Pobreza. De aquella declaración surgieron los famosos Food Stamps, y con ellos actualmente se alimentan 36 millones de ciudadanos.

President Lyndon B. Johnson visit to Tom Fletcher residence during Poverty Tour of Appalachia. Date: 04/24/1964

De modo que Estados Unidos está padeciendo una grave crisis de pobreza, y de no ser porque le da de comer a sus habitantes más necesitados, ¿qué sería del estómago y la razón de aquellos individuos?

Es claro que Estados Unidos necesita reactivar su industria manufacturera para recuperar su capacidad de crear riqueza. Pero quizá ya no sea relevante continuar el camino de los combustibles fósiles ya que como se puede ver en los Apalaches, su explotación sólo deja atrás retraso y miseria tanto financiera como ambiental. Estados Unidos necesita re-inventarse. Necesitamos re-pensarnos. Necesitamos re-unirnos. Que unidos es lo que nos hace nación, es lo que nos hace América.