Ana Cristina Carmona lleva menos de 3 años en Orlando pero ya se ha dado a conocer a través de sus redes sociales como una mujer impulsa-talentos gracias a los bazares que organiza con frecuencia para que los emprendedores hispanos expongan sus productos y se den a conocer. Conoce la historia de inmigración de esta joven venezolana.
Orlando es una ciudad internacional donde día a día llegan no sólo turistas en busca de un famoso ratón, sino también inmigrantes con sueños y miedos que dejan atrás todo lo que conocen para buscarse una vida mejor. Con la crisis de Venezuela, llegan centenares de venezolanos a esta ciudad.
Ana Cristina Carmona, de 30 años, fue criada en Barquisimeto, Venezuela, y quizás como muchos de sus compatriotas que hoy en día se encuentran regados por el mundo, jamás pensó en salir de su país, pero el declive progresivo de Venezuela hizo que poco a poco la vida se fuera poniendo más difícil, las oportunidades más escasas, y la inseguridad cada vez más atrevida.
No es fácil encontrar una cifra exacta de cuántos venezolanos residen ahora en Orlando, pero según el Pew Research Center, entre el 2000 y 2017, hubo un aumento de un 352 por ciento en la población de venezolanos en Estados Unidos. Pasaron de ser 93,000 a 421,000 en ese período, con la mayoría residiendo en Florida.
Orlando y Miami son sin duda de las ciudades que más reciben venezolanos, pero muchos prefieren Orlando por el menor costo de vida. Así que esta ciudad se ha convertido en el nuevo destino predilecto de aquellos venezolanos que deciden salir de su país.
Como ellos, hace dos años y medio, Ana Cristina y su esposo, Nelson Chacón, decidieron dejar atrás su tierra para buscar nuevos horizontes en Orlando, donde la joven pareja se ha establecido y ha encontrado un nuevo hogar lejos del que siempre conocieron.
La Llegada
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Ana Cristina es licenciada en relaciones industriales en el área de desarrollo humano, o Human Resources, como se llama aquí en Estados Unidos. En Barquisimeto trabajaba en el área de recursos humanos del periódico El Impulso, un periódico de su familia que es a su vez el diario más antiguo de Venezuela con 115 años de publicación continua, pero que recientemente tuvo que cesar su versión impresa por la escasez de papel contra la que luchan desde hace varios años.
Era el 2011 y cuenta Ana que por ese entonces en Barquisimeto la práctica de organizar “bazares” para promover productos y servicios de emprendedores se había vuelto popular. Aprovechando tanto las instalaciones de El Impulso como el hecho de que ya existía una cultura en la comunidad de congregarse ahí, Ana, junto con su mejor amiga, Laura Lozada, decidieron organizar su propio bazar.
“Un bazar es algo que ya ha existido. Ya existe en varias partes del mundo. Tiene distintos nombres, pero no es nada más que un lugar donde uno reúne talentos o emprendedores de distintos rumbos y vienen las personas a comprar cosas que no consiguen en los centros comerciales, en un ambiente rico, agradable, sumamente familiar,” explica Ana.
Las dos amigas empezaron a compartir sus bazares en la red social Instagram, bajo la marca “Expo Bazar” con fotos de los eventos.
Mientras tanto, Ana no paraba de moverse. Hacía tarjetas artesanales y tenía una tienda de ropa junto con su esposo, además de trabajar medio tiempo en el diario de la familia.
“Detesto estar amarrada en una oficina. No es lo mío. Soy callejera, me encanta relacionarme, me encantan las ventas, siento que soy una turca andante,” dijo.
Después de algunas ediciones de los bazares, Ana y Nelson decidieron salir de Venezuela. Como ella misma cuenta, las dificultades de la vida diaria empezaron a afectar su estado de ánimo.
“A mi esposo se le metieron a la casa. Un año antes le robaron la camioneta. Pero también era el tema del racionamiento de luz. El hecho de lo más sencillo: que no puedes hacer una transferencia, que no hay internet, te acercas a la taquilla a pagar el servicio de luz pero no hay sistema. Yo sentía que yo me iba a enfermar, todo el tiempo estaba molesta.”
Al salir de su país, Ana descubrió un sentimiento de culpa por dejar su tierra: “Tú te sientes mal al venirte. Que tú hayas tenido la oportunidad y la bendición y que Dios te haya permitido estar acá… tú te sientes mal por la gente que no pudo salir,” dijo. “Como que abandonaste tu tierra en el peor momento, pero el tiempo te va enseñando a sanar eso y a darte cuenta que sigues trabajando por tu país.”
Buscándose la vida en Estados Unidos
Ana y su esposo llegaron con la determinación de quienes deben reinventar su vida. Mientras Nelson, ingeniero, trabajaba en un hotel, Ana, por su parte, hizo Lyft, cuidó niñas e hizo lo que fuera necesario mientras encontraba algo más estable.
Pero Ana no iba a dejar perder el trabajo que ya llevaba adelantado en Venezuela con “Expo Bazar,” y decidió renombrarlo a “Expo Talento,” con la determinación de continuarlo aquí en Orlando.
“Yo desde Venezuela había seguido a varios venues y les había escrito en español y en inglés. ‘Yo tomo fotos, me encantan los eventos,’ con tal de estar en ese mundo que me encantaba, pero nadie me respondió.”
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Se autodenomina “intensa,” por no decir “persistente,” y fue gracias a su insistencia que después de cuatro intentos, la dueña de Zoe Events, Graciana Silva, le respondió y le ofreció trabajo en su otra empresa, una escuela sin relación a los eventos. Aún así, Ana trabajó con Graciana unos meses mientras le seguía proponiendo organizar su primer bazar, edición Orlando, hasta que finalmente Graciana se convirtió en su socia de eventos y surgió el primer bazar.
De nuevo, Ana Cristina volvió a tocar puertas vendiendo su idea del bazar, esta vez para conseguir expositores.
“Fueron como 15 expositores y si acaso fueron de visita como 10 personas,” dijo Ana. “Eso dio demasiado sentimiento, pero yo me sentí tranquila porque era mi primera vez y la de todos los que estaban. Ellos creyeron en mí, pero lo que más me pareció especial es que la segunda vez varios repitieron.”
Así ha seguido creciendo Expo Talento, que ya ha tenido más ediciones aquí que las que tuvo en Venezuela y con Ana Cristina como portavoz e imagen principal.
“Este país te reta todos los días. En Venezuela uno está acostumbrado a la comodidad, hasta que te pongan la gasolina en el carro. Aquí no. Aquí o me quedo llorando y triste o extrañando, o me pongo las pilas, pierdo el miedo, me atrevo, me instruyo por supuesto para no cometer errores, pero cada quien está construyendo su futuro. Todos estamos al tanto de que sigue llegando gente, siguen reinventándose, mujeres con niños que simplemente quieren hacer algo que les guste y quieren producir,” dijo Ana. “Yo me veo como un canal para apoyarlos y para que ellos me apoyen a mí.”
Su Contribución en las Redes
Quizás gran parte del éxito de Expo Talento en Orlando es debido a la consistencia con la que Ana Cristina publica en sus redes, donde todo lo relacionado con Expo Talento va entrelazado también a ella misma, a sus reflexiones de vida y escenas del día a día.
Ana Cristina permanece activa en las redes sociales, siempre sonriente, promoviendo futuros eventos y también como una influencer de la comunidad hispana de Orlando, dando a conocer productos que le envían, negocios que visita y muestra en sus cuentas de Instagram y YouTube.
Dejó atrás el pánico escénico que la envolvía tanto anteriormente y superó sus miedos de hablar en público y dar su cara en las redes, pues descubrió que siendo “una hormiguita más” en este país y mostrándose ella misma, iba a ser la mejor manera de dar a conocer su marca y de conectarse con esta nueva comunidad.
“Siento que las redes están muy perdidas. Todo es muy superficial. Si eres la más grosera, eres la más famosa o si eres la más vulgar. Respeto eso, tiene su público, pero quiero dejar un mensaje de ser más natural, más normal, mostrar una vida real, siempre llevando el concepto de vivir bonito, de recomendarte sitios chéveres y de apoyar el talento,” dijo Ana.
“Lo que yo publico no es una fantasía, es sólo parte de mi vida. Yo también sigo siendo aquí una trabajadora, estoy luchando por mis sueños, estoy guerreando también como nadie y por eso se me ha hecho fácil entender a otros, porque el hecho de ser inmigrante me ha hecho crecer como persona.”
Es precisamente por esa misma idea de entender a los demás, que a Ana se le ocurrió uno de sus otros proyectos que realiza junto con su amiga y también emprendedora, Sandra Frometa: un compartir mensual con otras mujeres emprendedoras de la ciudad.
“Es tomarnos un café y estar más face to face con esas personas que quizás conoces por las redes, saber cómo comenzamos, cómo conseguimos nuestros contactos. Se crea un networking y nos apoyamos y seguimos entre sí sin tanto protocolo ni ningún costo,” explica Ana.
Cuestión de Actitud
A punto de cumplir tres años fuera de su país, Ana Cristina afronta el duelo de estar lejos de casa y en un país nuevo con una buena actitud.
“Yo nunca pensé ser inmigrante, pero lo soy y decidí seguir haciendo lo que hacía en Venezuela y lo logré. Para eso la actitud es demasiado importante. Yo me considero una persona muy positiva a pesar de haber vivido muchas cosas. No todo es felicidad, no todo ha sido alegría. Si algo no me está saliendo bien, le doy la vuelta y veo otro camino. El inglés ha sido clave y ayuda mucho, también,” dijo ella.
Tiene muy claro su norte. A pesar de tener su nine to five, Ana trabaja todos los días en su emprendimiento y también en su pintura, pasión que se le despertó aquí en Estados Unidos.
Dice que quizás si se hubiera quedado en Venezuela, no habría descubierto todo lo que ha aprendido en este tiempo. La Ana Cristina de hoy es muy diferente a la que salió de Venezuela.
“Leí hace poco Ser inmigrante es para siempre y digo, Dios mío, cómo es eso de para siempre. Tú cambiaste para siempre, y lo ideal es que sea para mejor.”
Sigue a Ana Cristina por Instagram en @expotalento y @acrica.art y en su nuevo canal de YouTube Ana Cristina Carmona.