La calidez de la Navidad en medio del creciente frío del invierno le recuerda al corazón la importancia de detenerse, contemplar el rededor y sorprenderse con el paso del tiempo. Ese ente invisible que se manifiesta en las agujas del reloj o la rítmica aparición de los dos puntos entre la hora y el minuto. Ese que surca líneas de expresión en los rostros de nuestra gente. Ese que trae un aire a sepia, a blanco y negro, y despierta los instintos de remodelación y renovación. El tiempo, ese implacable que sala las paredes de las ciudades costeras, ese que apadrina todo nacimiento y entierro, ese que se viste de festejo y lamento, ese ya dio una vuelta más al calendario.
Y de ese bus de las horas sólo se baja para entrar a la tierra o esparcirse en el viento. Otra Navidad. Otro Año Nuevo. Otro Año Viejo atrás. Y algunos padecemos la locura de la distancia, esa que se llama nostalgia y a momentos lo hiela con amargura. La tristeza, por estos días, no está permitida. Pero a veces, la felicidad surge en una lágrima liberadora de tristeza, un encuentro sublime con la propia emoción. Vivirla es distinto a padecerla. Evitarla sólo resulta en volverla crónica.
Sin embargo, ese aire cálido que suena a La Fiesta de Pilito, que huele a arroz con gandule’, que sabe a tamal, lechón, empanada, coquito suave o sua-a-ve. Con el cuchicheo de la familia y los amigos entre Bachata, Merengue, Salsa, Cumbia, Vallenato, Reggaetón, Chichoque, Joropo y Rancheras. Y el aroma del árbol —así sea fresh scent de pino— junto con las luces multicolores. Esa sobre carga sensorial navideña, les confieso, me hace sentir extremadamente vivo. Y la alegría de ese momento, para mí, se carga de añoranza a que nunca se vaya, a que nunca cambie ese momento.
Pero aquello sólo es preparación para el cambio atraído por el nuevo año. Para comenzar el nuevo año hace falta soltar el anterior. Soltar, perdonar, agradecer y exponer los sueños a los cuatro vientos para encontrar las palabras de aliento necesarias para alimentar el coraje y la convicción de todo nuevo emprendimiento como humano, socio, profesional, negociante o miembro de familia.
Aunque también considero vital construir sobre aquello que ya se comenzó. Utilizar las bases de la experiencia que sólo el tiempo da permite sobrepasar los propios límites, llevarlos a puntos donde quizá no se imaginaba antes. El peligro es caer en la trampa del estancamiento, donde ni siquiera se cuestiona la rutina, el hábito ni los procesos. El recuerdo del calendario de que ya dimos otra vuelta más al sol es un campanazo para despertar los sueños, para recordar aquello de lo que estamos hechos y de lo que somos capaces.
Feliz Navidad. Feliz Janucá. Feliz Año nuevo. Merry Christmas. Happy New Year. Felices Reyes. Felices nuevos comenzares. Felices continuares. Felices días para usted y su familia.
Así, con este paso del tiempo y la implacabilidad de los días, le invito a la fiesta de reunirse consigo mismo y con aquellos que comparten su intimidad. Mírele bien el rostro y reconozca si tiene alguna nueva peca, línea o cana. Bese esa nueva parte del ser amado. Hágalo parte de sí. Del mismo modo, frente al espejo, mírese de lleno a los ojos, como si ese que está en el espejo lo estuviera mirando a usted a los ojos, y dígase lo que se tiene que decir.
¿Qué estoy loco? Lo invito a que haga el ejercicio y se deje sorprender por usted mismo.
Por último, deseo agradecer a todos los negociantes y negocios que son parte de este proyecto. Los anunciantes como pilar de oferta, los puntos de distribución autorizados como eje de difusión y usted lector(a) con su tiempo y disposición.
¡Que se gocen la comida y que el nuevo año le traiga prosperidad!