La llegada del otoño con su temporada de huracanes ya no nos causa tanto trastorno, sobre todo por los vendavales de una economía en aprietos y el avecinamiento de un posible estallido de la burbuja de bienes raíces.
También comenzó el colegio, y las madres en redes sociales están posteando cómo preparan a sus hijos del Kinder para posibles tiroteos escolares. Trágico. Paranóico. Tenebroso. Ya las mamás no confían en las escuelas como espacios de crecimiento y fortalecimiento de sus hijos, sino que ya las consideran como un campo de batalla al que en cualquier momento entrará un lunático o un terrorista cargando un rifle de asalto y acabará con todo lo que se encuentre en su camino.
VEA TAMBIÉN: Una madre de Oklahoma prepara a su hijo para un posible tiroteo escolar
View this post on Instagram
Esta situación tiene a muchas personas considerando opciones educativas privadas. Pero como van las cosas, no sería raro que un colegio privado fuera escenario de otra masacre de plomo automático.
Cabe pedirle a Dios que cuando mande sus huracanes, los vientos sean lo suficientemente fuertes para quitarle las armas a los locos.
También cabe pedirle cordura y tranquilidad, no sea que las madres sufran apoplejías cada vez que sus hijos se van al colegio y de repente suena el teléfono en la mitad de la mañana y ellas piensan que es para informarles que hubo un tiroteo.
No es natural eso de vivir en miedo, ¿o sí?
El humano antes del fuego debía enfrentarse a la noche cada día, le tocaba dormir con su temor y con la posibilidad de terminar en los dientes de un depredador o esclavizado por otro humano. Ahora, en cambio, el pestillo y el bombillo mantienen a raya a la noche, pero las masacres suceden a plena luz del día.
Toca confiar. Confiar que cada mañana al ir al colegio los niños y niñas estarán bien. Que nadie se levantará de malas pulgas y comensará a disparar. Los republicanos le echan la culpa a la falta de puertas. Puede que otra puerta más ayude a escapar, pero al final las balas corren más rápido que los pies. Los demócratas quieren regular los rifles de asalto, pero la NRA (National Rifle Association) clama traición a la segunda enmienda y tiranía gubernamental.
Duro decidir si son buenas o malas las armas. El cliché dictamina que los malos son los humanos y las armas son sólo objetos. Quizá tanto videojuego desdibuja la línea entre la ficción y la realidad. Quizá el problema es de crianza más que de educación. Quizá necesitamos mejorar nuestra inteligencia emocional para aprender a lidiar con nuestras frustraciones en vez de desfogar con pólvora.
Necesitamos más amor.
Pero no es fácil. En casa a momentos se pierde la paciencia y se pelea con quien más se ama. Se le grita a los hijos y se disgusta con la pareja. Se le saca canas a los padres y los amigos no soportan que les manifiesten preocupación.
La guerra comienza en la casa, y mientras no la erradiquemos de ahí, se seguirá esparciendo por la nación hasta terminar con sangre en las plazas.
¿Para qué tanta violencia? ¿Acaso matando a alguien se revive a otro? La guerra se acerca con sus pasos de bomba. Está en Rusia y en Ucrania, pero se acerca. Cada vez más cerca de Polonia. O sea, cada vez más cerca de Europa, ergo, cada vez más cerca de USA. Pero aquí vivimos nuestro propio drama. El FBI allanó Mar-a-Lago, el club residencial de Donald Trump en West Palm Beach. Encontraron más de 20 cajas con documentos clasificados que comprometen la seguridad nacional.
¿La respuesta? El FBI es la Gestapo. Vaya. Lo peor que nos puede pasar como nación es desconfiar del ente que mantiene la ley, el orden y la seguridad. Si desconfiamos de eso, estamos a un paso de un estallido de guerra civil. ¿El problema? Algunos civiles están mejor armados que otros ciudadanos y, en ocasiones, que la policía.
Por eso lo que queda es calmar los ánimos, Take it Easy, no vayamos a terminar todos bajo tierra.
Vivimos tiempos convulsos. Lo sabio es prepararse para lo peor. Sin embargo, considero vital evitar transmitir el temor a nuestros hijos, pues crecerán en la desconfianza y eso es más difícil de quitar que una mancha de boloñesa en camiseta blanca.
Les deseamos éxitos y bendiciones a todos: ¡Qué viva América!