Dicen que cada generación debe afrontar una gran crisis. Así no más, como si se tratase de un designio divino ineludible.
Similar a como los japoneses han demolido y reconstruido Ise Jingu cada veinte años durante más de un milenio.
El mercado, representado en la bolsa de valores, está en rojos históricos, con compañías tecnológicas con más del 60 y 70% de pérdida en el valor de su acción.
Bitcoin está intercambiándose por menos de la mitad de su precio pico.
Además, en el frenesí inmobiliario, el interés se duplicó, efectivamente reduciendo la capacidad adquisitiva de los compradores. Y luego el precio de las cosas aumentaron entre 30 y 100%.
La Florida quizá ha podido medio afrontar esta situación ya que se aprobó el aumento del salario y ahora McDonald’s contrata comenzando a U$15 la hora.
Y el precio de la renta se disparó.
En Florida, el landlord puede aumentar el costo de la renta cuanto desee, pues no hay un límite legal a este aumento en el estado del sol.
De por sí, lamentablemente Orlando y Kissimmee tienen una crisis de homelessness. Y el incremento en el costo de vida puede exacerbar ese problema en la ciudad.
¿Cómo combatirlo? Quizá haga falta más empresa privada, pero una lo suficientemente grande como para dar empleo a esa masa de gente que está sin oficio y en riesgo de perder su techo, si es que aún lo tiene.
Mi abuelo me dijo un día,
“Ni Cristo pudo arreglar la pobreza, mijo.”
Quizá es una cuestión más de la mente que del bolsillo. Es algo de la mentalidad que mantiene a la gente pobre. Bob Marley y Abraham Lincoln dirían que la esclavitud es mental, no física.
Una nota similar dijo Viktor Frankl, sobreviviente del holocausto:
“Nadie le puede quitar a uno la capacidad de escoger la actitud con la cual afrontar cualquier circunstancia, de elegir su propio camino.”
De modo que la pobreza puede ser el resultado de una actitud corrosiva de cada individuo frente a su propia realidad y circunstancia de vida. ¿De qué sirve el dinero si no lo puedo disfrutar con mi familia? ¿Sólo para pagar deudas y billes? El tiempo es lo que nos cuesta el dinero. El trabajo es la fuente primordial del dinero.
Y no sé si es que hay quienes no les gusta trabajar, o si es más que no le encuentran el valor al trabajo. Quizá no se lo inculcaron lo suficiente. Quizá eso no fue tan importante cuando crecían.
A mi parecer, es una cuestión de los tiempos. Es la guerra en Ucrania. Es el bombardeo de las redes sociales respecto a lo que haces o no haces con tu vida. Es la expectativa de la familia, la sociedad y los amigos. Ese qué dirán que nos tiene quebrados pero bien vestidos.
Quizá lo vital es hablarse suave, como al oído, recordarse mutuamente el amor. La vida puede ser un huracán o un mar tranquilo. Los sueños pueden volverse pesadillas y las esperanzas en amarguras. Pero por eso hay que respirar. Oír el canto de las aves y permitir que el sol tueste levemente la piel. El agua helada de los Spring Holes ya se está calentando con la cantidad de cuerpos que la visitan al día. En pocas palabras, el verano llegó.
Una forma de verlo que siempre me funciona es que cuando pienso que está dura la cosa recuerdo a mi país y digo: Gracias Dios porque no está tan dura.
Vivir en la queja y el lamento hace que la creatividad se constriña, lo que limita la visibilización de soluciones. Esto se vuelve una espiral de la muerte, pues entre más queja, menos capacidad creativa y menos capacidad de resolver, lo que causa irritación, jartera y frustración, que a su vez lleva al lamento.
Primero Dios se acabe la guerra, aunque lo dudo porque los U$24 Billones recién aprobados dicen lo contrario.
Por lo pronto, sólo queda esperar. Ya resurgirá la bolsa, ya se hará más accesible la propiedad, ya nos adaptaremos a los nuevos precios con la confianza de que la cadena de producción se recuperará.
Por lo demás, agradezco a la comunidad por su tiempo y generosidad. Ustedes son el motor de esta publicación, ya que son una fuente de inspiración.
Les deseo éxitos y bendiciones en sus hogares, que encuentren la libertad en esta gran nación. Los invito a que visiten a nuestros queridos anunciantes, los mejores.
¡Qué viva América!