El tiempo se disfraza de otoño. En el norte, las hojas rojizas caen sobre el asfalto como mantas sobre las camas. Aquí en el pantano de la Florida, amaina el calor, comienza un soplido fresco entre la brumosa humedad. Y llegan los huracanes.
Pasó Ian. ¡Qué monsturo de huracán! Borró a Cayo Costa, Sanibel y Pine Island. La marea ciclónica engulló buena parte de Fort Myers.
Ian entró por el delta de Peace River y subió contracorriente por su cuenca hasta la cadena de lagos del centro de la Florida. De ahí subió por el cauce del Saint John’s River, conocido en español como Río San Juan, hasta su desembocadura en Jacksonville.
An aerial photo shows damaged homes and debris in Fort Myers, Florida, as the destruction left by Hurricane Ian begins to come into focus a day after the storm made landfall in southwest Florida.
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— The Associated Press (@AP) September 29, 2022
Eso hizo el ojo, mientras el resto de la Florida se empapaba con una tormenta digna de diluvio universal. Los vientos entraron con furia. Ian no fue categoría cinco por tan sólo siete millas. Las ráfagas de 150 millas por hora desgarraron techos, arrancaron cimientos, levantaron botes y carros, doblaron postes, desenraizaron palmas, arbustos y árboles. Los vientos destruyeron todo lo que algunos tenían.
Pero el viento sólo fue un anuncio de que algo letal había llegado. Porque el agua comenzó a manifestarse desde todos lados: el cielo, el mar, los ríos, y la red acuática subterránea. El agua era el verdadero peligro. Contra el agua es que había que prepararse más. ¡Quién lo diría! Le tememos más al ulular del viento que al silencioso avance del agua. Pero sólo al principio. Porque cuando ya el agua, atrevida, entra a tu sala, se entromete en tu cocina y husmea en tu habitación, ya no hay oídos para el viento.
El agua alcanzó a subir 16 pies en Fort Myers. El Peace River por Arcadia subió 10 pies en dos días y alcanzó un nuevo histórico de 24 pies. En Sanford se desbordó el Saint John’s River y se inundó el downtown. Paró el comercio. Se inundaron las casas.
¿Y el problema además de tener que secar las cosas? Tener o no tener seguro. En Florida no se requiere seguro contra inundación, pero se recomienda. Y sólo 13% de los floridianos toma esa recomendación. En el área de evacuación por donde entró el huracán, sólo 18% tenía flood insurance. ¡Y era requerido!
Drone footage from Thursday in Port Charlotte, Florida, shows extensive flooding left behind by Hurricane Ian. Follow storm updates: https://t.co/03AGQVGjnp pic.twitter.com/JS6FzJJr5G
— The New York Times (@nytimes) September 29, 2022
Por eso dicen que uno cree que a uno nunca le va a pasar. ¡Qué tragedia! Es claro que muchas personas no se aseguran contra inundaciones para evitar el gasto. Es comprensible, pero lamentable. Sin embargo, los asegurados contra inundaciones sólo cuentan con hasta $250,000 dólares. Una casa cualquiera en Sanibel no bajaba del millón. ¡Qué desgracia! Muchos lo perdieron todo. Hasta la familia. Ian cobró vidas. Muchas vidas. 127 muertes reportadas. Dicen que pueden pasar hasta 6 meses para conocer cifras más exactas.
The Sanibel Causeway was destroyed by Hurricane Ian. The only road in and out of Sanibel and Captiva. 💔 #flwx #Ian pic.twitter.com/FxOpCE9FOg
— Dylan Federico (@DylanFedericoWX) September 29, 2022
En retrospectiva, es como si la Florida estuviera sobre un gigantesco coral que emergió en forma de pantano. Y nosotros decidimos habitarlo, pero con la fe de que el agua no nos alcanzara. Es un tanto cándido esperar que eso no pase. Para eso, además de fe necesitamos suerte.
En ese sentido estoy de acuerdo con los que dirían que por lo menos estamos vivos. Levantándose es la manera como se ha construído este país. Volviendo a empezar, dándole cara a la vida de nuevo. Buda dice que sufrir es una decisión. El dolor también genera apego, y ese apego al dolor nos mantiene en el pasado, sin poder disfrutar el presente. Por eso, así duela, toca moverse porque o si no ese dolor paraliza, ahoga y entierra en un lodazal de angustia e incertidumbre.
En Venezuela, por su parte, las lluvias intensas provocaron una catástrofe en las Tejeiras, donde se deslizó la montaña, se desbordaron los ríos y el pueblo quedó enterrado.
El Castaño desbordado https://t.co/uxqy84ZEbI
– Se desbordaron ríos y quebradas en #Aragua
– Hubo inundaciones que afectaron vías, casas y vehículos
– A 10 días del deslave de #LasTejerías, el régimen no informa si ha invertido o no en sistemas de alerta temprana pic.twitter.com/Jwzgod9RL9— Naky Soto 🇺🇦 (@Naky) October 18, 2022
Nuestro más sentido pésame.
Por último, el 12 de octubre Biden acordó con Obrador reducir la cantidad de migrantes venezolanos por la frontera entre México y Estados Unidos, pues entraron 33,000 en septiembre y 24,000 en agosto.
Washington anunció que devolverá a México a todo venezolano que cruce la frontera a pie o a nado. El gobierno permitirá entrada a 24,000 venezolanos y desde ahora implementará un programa similar al de los refugiados ucranianos: el venezolano que busque entrar, debe demostrar que tiene una persona que lo patrocine durante su estadía, una prueba negativa de Covid-19 y pasado judicial limpio. Los venezolanos que ya están aquí, tienen hasta el 7 de noviembre para aplicar para la TPS.
As more Venezuelans risk a deadly trek to the U.S. border, brutal scenes are developing along a roadless stretch of jungle terrain known as the Darién Gap. https://t.co/hfk1nHQOBR pic.twitter.com/ZeEqodjlb0
— The New York Times (@nytimes) October 8, 2022
Para cerrar, quiero celebrar 40 meses de publicación contínua gracias a ustedes. Somos cada día más fuertes gracias a la comunidad.
¡Qué viva América!