Cuando por distracción permito que entre la pereza y el aburrimiento a mi vida, respiro, cierro los ojos, y recuerdo.
Recuerdo las imágenes de hombres y mujeres cruzando el Darién.
Recuerdo las familias encaramadas sobre La Bestia. Imagino el sometimiento a la violencia de los Maras, de los Cárteles, de las Guerrillas y de los Paramilitares. Imagino el hambre y la impotencia que debe sentir un padre y una madre con sus hijos ante la interminable selva y el inagotable desierto.
Y recuerdo: una esperanza. Un sueño compartido. El deseo de pisar los Estados Unidos para un futuro mejor.
Abro los ojos y miro en rededor: estoy en América. Estoy en Estados Unidos. Entonces ahuyento esa pereza y ese aburrimiento.
Agradezco a Dios, mis padres y al universo por estar aquí. En la tierra prometida. En la tierra soñada. En la tierra de la esperanza. En la tierra de la posibilidad.
Y así, como cuando se visita Roma hay que actuar como romano, es vital actuar como americano una vez instalado acá.
El Doctor Arvelo dijo sabiamente que lo primero es removernos el chip del hombro, y quitarnos todo complejo de inferioridad.
Lo segundo es dejar de esperar que nos den las cosas, pues nadie nos debe nada y reina el principio de ayúdate a ti mismo que así nos ayudamos todos.
Lo tercero es honrar la palabra y cumplir los acuerdos. Muchas veces es preferible dejar ir un negocio porque la contraparte no quiere firmar un contrato.
Nos ha pasado que las personas se aprovechan e incumplen, pero esa mala maña pronto se les devuelve. Además, en Florida un handshake es igual de válido que un contrato. El contrato trae accountability o rendición de cuentas. Es decir, no puede de repente cambiar de parecer. Y aún así, hay quienes quieren obviar eso. Menos mal la ley está del lado del cumplimiento de lo acordado.
De modo que la transparencia, la palabra y la rendición de cuentas son esenciales del ser americano, ya que son la base donde reposan los pilares de la confianza, la confiabilidad y el goodwill o buen nombre y prestigio.
Otro aspecto es la actitud de Hard Work. Aunque hay quienes prefieren la filosofía de Hardly Working, el Hard Work es por lo general el que paga. Esta actitud es de estoicismo y verraquera ante todo tipo de situación de trabajo. Este elemento otorga honra al trabajo que se hace, no importa cuál sea. Así mismo es honorable la persona que lo ejecuta. En ese sentido, aquí se valora cualquier escalafón laboral, ya que es una manifestación de que la persona quiere salir adelante y está dispuesta a hacer lo que sea.
Un ejemplo del Hard work es el del empleado versus el empresario, mientras que para el primero 8 horas es suficiente y a veces demasiado, y 10 horas ya conlleva overtime, para el segundo el día sólo tiene 24 horas y necesita mínimo 6 para dormir y otras 2 para comer y hacer del cuerpo.
En ese sentido, el hustle es lo que marca la diferencia. Todos tenemos la misma cantidad de tiempo. Por lo tanto, lo vital, es qué hacemos con nuestro tiempo: perder tiempo es peor que perder dinero, pues el dinero se recupera, pero el tiempo jamás.
Esto último es la esencia del capitalismo, ya que la capacidad de sacarle más tiempo productivo al día, es una forma de multiplicar el tiempo, y time is money.
Me levanto de la silla o de la cama– me levanto del mismo ensimismamiento y recuerdo el dicho de papá: Al hombre sin plata la cama lo mata.
Me sacudo la pereza y el aburrimiento diciendo “¡Fuera!” Me tomo un tinto y una coladita y a darle a la vida que no hay replay, sólo Game Over, que bien se sabe camarón que se duerme, se lo lleva la corriente y termina vuelto ceviche (seviche).
Y una vez entrado en acción, una vez comienza el reloj del actuar, ya no hay marcha atrás, y la pasión como guía lleva a todo destino, cumple con cualquier objetivo, logra toda misión.
Cuando veo alrededor y veo a Estados Unidos, agradezco mi condición. Que aunque efímera, al menos en esta tierra de oportunidad y libertad de acción.
Las filas sólo para los parques de diversión.
Pa’lante que atrás asustan. ¡Qué viva América!