Después de una ausencia prolongada del mundo de la música, J Balvin deslumbró anoche en el Kia Center de Orlando en lo que fue el segundo concierto de su gira “Back to the Rayo” impulsada por el lanzamiento de su séptimo álbum, “Rayo.”
El espectáculo presenta 40 canciones representativas de los más de 10 años de carrera musical de José Álvaro Osorio Balvin, de 39 años, de Medellín, Colombia.
“Rayo” es una celebración de los comienzos del artista, tanto así que lleva el nombre de su primer auto, un Volkswagen Golf del 97, regalo de su padre para sus épocas de colegio.
Durante aproximadamente dos horas, J Balvin, acompañado por su amigo de siempre, DJ Pope, hace un recorrido por sus hits clásicos como “Ginza”, “6 AM”, “Ay Vamos” y “Mi Gente”, éxitos de su álbum colaborativo con Bad Bunny como “La Canción” y “Qué Pretendes”, así como también temas más recientes como el controversial “+57”, el tema de su más reciente álbum que lleva el nombre de su hijo, “Rio”, para culminar con uno de sus temas más internacionales “In da Ghetto”.
TRES TERCIOS DEL SHOW
El show abre con Rayo en primera plana, con un espectáculo de luces mientras suena la banda sonora de “Back to the Future”. Semi futurista, semi nostálgico. De la réplica plateada de Rayo sale J Balvin, vestido con un pantalón rojo bota campana, una chaqueta roja de cuero, lentes oscuros y el “bling bling” típico de su género: una gran cadena de oro con un pendiente de cruz lleno de diamantes. Inicia entonando la exitosa colaboración con Feid de su más reciente álbum, “Doblexxó”.
En el primer tercio, Rayo domina la tarima mientras Balvin saluda al público y pasa de canción en canción, acompañado a veces por bailarinas que representan el interés romántico y sensual que expresan la mayoría de sus canciones. En aquellas más movidas, aparece con varios bailarines que le ayudan a complementar su puesta en escena, enriquecida por el show de luces y pantallas gigantes LED que transmiten la imagen con efectos visuales añadidos, dando la sensación de estar dentro de uno de sus videos musicales.
J Balvin, apodado en Colombia como “El Niño de Medellín”, hace honor a su patria en el intermedio, cuando de repente la pantalla gigante sobre la tarima se pinta del amarillo, azul y rojo de la bandera colombiana y suenan clásicos de artistas colombianos como “El Preso” de Joe Arroyo, “Hips Don’t Lie” de Shakira y hits más recientes como “Si Antes te Hubiera Conocido” de su amiga Karol G y “Según Quién” de Maluma.
Balvin se toma un momento para recibir un “guaro” de la mano de su amigo y DJ, Pope, y continúa con un pedacito de “El Ritmo Que Nos Une” de Ryan Castro. Luego llama a su invitado especial, Ñejo, con quien comparte tarima al ritmo de “No Quiere Novio”.
En la tercera parte, se incorporan al show una gran cabeza azul en la tarima principal y unas manos en posición de oración en la tarima trasera. Luego de un espectáculo de luces, aparece Balvin vestido de blanco con un sombrero vaquero con una pluma roja y una gabardina larga de látex.
El espectáculo, organizado por CMN Events, es una celebración de la larga y fructífera carrera de Balvin, reconociendo su estilo netamente urbano pero sin pasarse de la raya, una combinación que ha sido su bandera desde sus comienzos y por la cual ha sido celebrado.
Balvin continuará su gira por Norteamérica con unas 30 fechas más en ciudades como Nueva York, Boston, Montreal, Toronto, Houston, Chicago, Las Vegas y Seattle.
13 Años Siguiendo a Jose
Conozco a J Balvin desde el 2013, cuando su álbum “La Familia” alcanzó el puesto número 10 en los charts de Billboard con canciones como “Sola”, “6 AM” y “La Venganza”.
Eran épocas donde el reggaetón venía muy del underground, todavía tenía ese tinte de calle y de hipersexualización que los padres de la adolescencia detestaban. De repente, en medio de una piscina de casi exclusivamente artistas boricuas, empieza a sonar este reggaetonero de Medellín con canciones donde no solo nunca sonaba una mala palabra, sino que también los adultos de otras generaciones podían cantar por sus ritmos más pop.
A lo largo de más de 10 años desde entonces, la audiencia de Balvin lo ha visto madurar como artista mientras se ha mantenido fiel a su esencia.
Desde sus humildes comienzos, llegando en un Rayo a presentaciones escolares y vendiendo su primer CD a estudiantes de colegios públicos y privados en Colombia, hasta convertirse en uno de los mayores exponentes del género urbano en Latinoamérica, J Balvin ha crecido bajo la mirada del público.
Ha sido una pieza clave en el posicionamiento de artistas de su género como Karol G, Feid y Bad Bunny. Ha contribuido al “rebranding” de Colombia y específicamente de Medellín, dejando atrás la imagen de ciudad caótica comandada por narcos para convertirla en una cuna de éxitos musicales, desde donde está naciendo una nueva ola del reggaetón, a la colombiana.
Ha enfrentado controversias, se ha convertido en padre y ha generado conciencia sobre la salud mental al compartir de manera vulnerable sus luchas contra la depresión. Con ello, se ha expuesto al estigma que aún rodea esta condición, especialmente en una sociedad donde el público se mofa de que una celebridad millonaria como él sufra dificultades mentales cuando aparentemente lo tiene todo.
Así pues, es una dicha ver la maduración de un artista de mi país que lleva en alto su bandera y que, a pesar de cantar principalmente en español, ha logrado conquistar los corazones de quienes disfrutan su música sin entender las palabras.
Leyendo acerca de Balvin para escribir esta reseña, me topé con una entrevista para Cromos del 2012, donde el entrevistador le pregunta qué tan lejos se siente de las dos estrellas colombianas más famosas del momento, Shakira y Juanes. Balvin responde que “le falta mucho pelo pa’ moña”, pero que no es imposible, que lo único que necesita es tiempo.
Hoy, 13 años después, Balvin cuenta con más de 62.5 millones de escuchas mensuales en Spotify, la misma cantidad que Shakira, quien le lleva 20 años de carrera, mientras que Juanes cuenta con 18 millones.
Está claro que donde José pone la mira, pone el tino. Y qué bonito ver cumplírsele los sueños a este paisa que hizo de su pasión un negocio y hoy goza de los frutos de su ardua labor. J Balvin confirma que los colombianos podemos alcanzar el éxito a nivel mundial y que, para hacerlo, ya no es necesario abandonar el país.
Recomendadísimo para quienes gustan de este género.
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