Celebrando un año de América

Hoy cumplimos un año y un mes de circulación. Esto ha sido posible gracias a la fe de nuestros anunciantes en nosotros y en nuestro propósito fundamental de enaltecer la figura hispanoamericana en Estados Unidos en el gran sentido de la búsqueda del sueño americano, en el gran sentido que venimos a este país a soñar con un futuro mejor para nosotros, nuestros hijos y los nuestros que permanecen en la tierra de origen.

Venimos muchas veces huyendo de la falta de oportunidades, huyendo del desamparo estatal, huyendo de la violencia que tristemente azota nuestras hermosas naciones latinoamericanas en forma de pandillas, bandas criminales, guerrillas y ejércitos paramilitares, violencia más letal y contagiosa que el Coronavirus, violencia que nos ha dejado un legado de subdesarrollo.

Así mismo llegamos desde España para buscar aventura en el nuevo mundo, un mundo milenario recién descubierto por el ojo europeo, tierra de hijos color cobre, color brasa de leña, color de la naturaleza: América la tierra de la Libertad, la Oportunidad y una Nueva Esperanza de forjarnos una vida lejos de la angustia, lejos del miedo, lejos del terror que puebla de pesadillas nuestros sueños, lejos del hambre que hoy acecha las calles al igual que en la Europa de los tiempos de Colón.

Nosotros somos la nueva manifestación del sueño americano. Somos una poderosa fuerza que mantiene viva esta nación. Nuestras manos cultivan nuestros alimentos, erigen nuestros techos, le dan forma a los caminos que recorren nuestros pasos y las gomas de nuestros autos.

Somos una nueva energía fundamental. Somos ese impulso que mueve la economía mientras los demás se mueren del miedo detrás de sus seguridades económicas, mientras nosotros creamos riqueza para la nación con el fruto de nuestro trabajo: nuestra divisa universal es nuestra mano de obra.

Y a eso venimos, a crear un cambio no sólo en nosotros mismos sino en este país. Vinimos con el ánimo de enaltecer nuestra condición humana por medio del trabajo, pues en esta gran nación todo trabajo es dignificante, al contrario de como es en nuestras naciones que muchas veces un tipo de trabajo es motivo de humillación y desprecio, de señalamiento y pordebajeo social.

Aquí no, porque en este país se aprecia y valora el trabajo, el know-how, la herramienta y los skills. Y esto se debe a que en este país rige el laissez-faire, el dejar hacer, que permite en gran medida el desarrollo del ser.

Por ejemplo, digamos que una persona decide montar un negocio de comida fusión colombo-peruana. Al asumir los roles del oficio se convierte en restaurantero. Eso es su lado humano, su rol en la comunidad.

Pero lo que en realidad importa es el desarrollo del ser, ese impulso que lo mueve a resolver, a encontrar las maneras de salir adelante, a perseverar cuando las cosas no le salen exactamente como las había planeado, a resistir cuando las cosas están difíciles, a implementar nuevas estrategias cuando los resultados aún no son los esperados, y a continuar dando a sus comensales la sonrisa del transporte gastronómico hacia su cultura.

Además, por si fuera poco, la diferencia es que aquí en Estados Unidos cuando otros empresarios ven que estás queriendo crecer como persona y como empresario, te apoyan probando tu producto, te abren la puerta a la oportunidad de trabajar con ellos, junto a ellos y para ellos en una relación comercial de mutuo beneficio.

Por eso reitero que esta revista multimedia sólo es posible gracias a los anunciantes que nos han dado la oportunidad de promover sus productos y servicios. Qué Dios y el Universo los bendiga.

Por otra parte, en este país está más desarrollada la infraestructura vial, una ventaja que heredamos de aquellas manos que una vez visionaron la unión del país por medio de carreteras.

Pero lo más importante es la seguridad. En Colombia como ciudadanos tenemos que lidiar con la guerrilla, el narcotráfico, el paramilitarismo, la corrupción, la impunidad gubernamental, la delincuencia común y la narcopolítica, lo que genera incapacidad comunicativa, ausencia de conectividad, desconfianza, recelos, envidia e indiferencia y, sobre todo, miedo: miedo al vecino, miedo al desconocido que uno se cruza en la calle, miedo al que es diferente a uno.

En Venezuela pelean contra el cáncer de la dictadura militar, la superinflación y la sobre-devaluación, la falta de alimentos y la caída en picada de la capacidad adquisitiva que ha sumido al pueblo en la pobreza extrema. En México batallan contra el cártel de Sinaloa y los Zetas. En El Salvador, Guatemala y Honduras reinan los Maras Salvatrucha amparados por la corrupción estatal.

Es por eso que venimos a este país, porque aspiramos a vivir libres del miedo, libres de los juicios de valor frente a nuestros oficios, libres para expresar nuestras opiniones sin temor a la muerte o al secuestro o a la difamación o a la desaparición forzada o al desplazamiento forzoso.

En este país somos libres para disentir. Somos libres para caminar tranquilos por la calle. Aquí podemos ser quienes queremos ser y somos libres de ser quienes somos, somos libres de permitirnos ahondar en esa búsqueda, y el país nos da los medios para salir victoriosos, ya que nos podemos enfocar en entablar la batalla en vez de sobreponernos a los impedimentos para poder batallar.

Nuestra fuerza sólo es real cuando estamos unidos. Aquella filosofía del sálvese quien pueda la dejamos atrás cuando nos montamos en ese avión o en ese barco o en ese techo de ese tren o en el baúl de ese carro o cuando pusimos los pies en marcha sobre el desierto sin posibilidad de reversa, cuando nos encaminamos hacia la tierra de la oportunidad a cumplir nuestro gran sueño: encontrar bienestar, vivir en paz y cultivar prosperidad.

Por lo tanto, felicitamos a la resiliente comunidad hispanoamericana del centro de la Florida, de la Florida y de los Estados Unidos por su esfuerzo tan tenaz de superación. Y como primeras generaciones de este país, les damos las gracias a nuestros padres, tíos y abuelos, damos gracias a nuestras madres por habernos parido americanos y a nuestras hermanas quienes fungen de pilares de apoyo.

Gracias a todos aquellos que nos abrieron el camino, gracias a quienes tuvieron la visión y se aventuraron a la de Dios por un futuro mejor cristalizado en hoy, gracias por habernos abierto las puertas de este país y así las del mundo, gracias pues por ustedes hoy ¡somos América!