El Títere en Los Tiempos del Coronavirus

Escrito por: Tyler Fisher

“El mejor trabajo del mundo,” como muchos sectores perjudicados por la pandemia, está experimentando cambios extremos, según el titiritero puertorriqueño Santín Vázquez.

“Crear y manejar títeres es el mejor trabajo porque un titiritero, a pesar de su propia situación, con un pedazo de material puede llevar alegría a todo el mundo.”

Ya que ese mundo se detuvo con el Coronavirus, cancelando o limitando espectáculos públicos, Santín tuvo que buscar formas innovadoras para sostener el entretenimiento tradicional. “Jamás pensé que íbamos a tener una pausa tan grande en las diversiones públicas,” comenta Santín.

“Si trato de hacer las cosas virtualmente, pierde la esencia del público inmediato, que es el que me ayuda como artista a hacer el show mejor, porque el público es parte del show. He tenido que aprender a reinventarme y ver las cosas de otra manera.”

 

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Los títeres en sí ofrecen una herramienta que ayuda a ver las cosas desde otras perspectivas. Tanto intérprete como artesano, Santín diseña y da vida a su banda de títeres que incluye una gallina, un burro, un muñeco con aspecto de Ricky Martin, y el bufón Santín que le da el nombre al grupo.

Hace poco “Santín y sus Títeres” incorporó un nuevo miembro a su cuadrilla: una peluda y verdosa representación del COVID-19. “Hice el Coronavirus con una bola de tennis. La pinté, le puse ojitos y sus antenitas, y después fui a mi pueblo de San Germán, Puerto Rico. Grabamos un video del títere virus corriendo por todo el pueblo, amenazando: ‘¡Quédate en tu casa, que te estoy buscando! Y si no, ¡Groarrr!’ Ese video se hizo viral en mayo, y le gustó a la gente porque de algo negativo se sacó algo cómico a la vez que llevó un aviso serio de que se deben cuidar.”

Los títeres pueden comunicar mensajes importantes con una buena dosis de humor. “Un títere, con facilidad, hace que una masa de niños comprenda que no se toque la boca ni los ojos. Que se laven las manos. Pero si les mandas un profesor bien serio, diciendo lo mismo, los niños pronto se van a cansar,” dice el titiritero “Jibarito.” En comparación con la Isla, la Florida Central ha puesto menos impedimentos a los titiriteros durante la pandemia.

Antes itinerante entre Puerto Rico y la Florida, Santín ahora centra sus esfuerzos en la Península. Su próxima aparición será con sus animatronics de Halloween en el Scream-A-Geddon Horror Park de Dade City, Tampa Bay. “Aquí hay más alternativas—limitadas—pero hay más opciones para el entretenimiento.

En Puerto Rico todo está en lockdown y no se puede hacer nada público con más de diez personas.” Ya con medio siglo de vida, Santín reflexiona sobre la capacidad de innovación inherente en el mismo títere.

“Puedes expresar tantas cosas y hacer títeres con cualquier cosa: a una cuchara, a un cepillo, a un pedazo de gomaespuma, puedes vivificarlo y conferirle una personalidad.”

Si la pandemia tiene una faceta positiva para los títeres, es que nos induce a buscar nuevas posibilidades en este arte que ya remonta a las tradiciones más antiguas, que sobreviven y se renuevan a través de los altibajos de la humanidad.